Qué no decir nunca a una persona en duelo (y por qué)
No es fácil saber qué decir en un funeral o a una persona que está en duelo. Aquí te doy unas pistas.
Acompañar en el duelo es delicado. A veces, con buena intención, decimos frases que hieren o aíslan. Aquí tienes lo que conviene evitar, por qué puede hacer daño y qué decir en su lugar.
- “Sé fuerte” / “Tienes que ser fuerte por tu familia”
Por qué duele: Impone control emocional y convierte el dolor en fallo personal. Mejor di: “No hace falta ser fuerte ahora. Estoy aquí para sostenerte.” - “Ya pasó” / “La vida sigue”
Por qué duele: Minimiza la pérdida y acelera un proceso que necesita tiempo. Mejor di: “No hay prisa. Te acompaño al ritmo que necesites.” - “Al menos…” (“Al menos no sufrió”, “Al menos tienes otros hijos”)
Por qué duele: Compara y resta valor al vínculo perdido.
Mejor di: “Lo que has perdido es único. Siento muchísimo tu dolor.” - “Sé exactamente cómo te sientes”
Por qué duele: Apropiarse del dolor borra la singularidad de la experiencia. Mejor di: “No imagino del todo cómo es para ti. ¿Quieres contarme cómo te sientes hoy?” - “Está en un lugar mejor” / “Era la voluntad de Dios”
Por qué duele: Supone creencias que quizá la persona no comparte; puede despertar rabia o culpa.
Mejor di: “Respeto lo que creas. Si te ayuda, háblame de ello; si no, te escucho igual.” - “Todo pasa por algo” / “Todo tiene un propósito”
Por qué duele: Justifica la pérdida y puede sentirse moralizante o frío.
Mejor di: “Esto es injusto y muy duro. No estás sola/o.” - “Ya deberías estar mejor” / “Han pasado X meses”
Por qué duele: Impone plazos y genera vergüenza o aislamiento.
Mejor di: “Cada duelo tiene su tiempo. ¿Qué te ayudaría esta semana?” - “Fue lo mejor” / “Era su hora”
Por qué duele: Niega la ambivalencia: puede haber alivio y dolor a la vez. Mejor di: “Parece que hay emociones mezcladas. Si quieres, las ordenamos juntos.” - “No llores” / “Tienes que distraerte”
Por qué duele: Bloquea la expresión emocional y refuerza la soledad interior. Mejor di: “Si necesitas llorar, aquí estoy. Puedo quedarme en silencio contigo.” - Comparaciones y rankings de dolor
Ejemplos: “Yo perdí a… y lo superé”, “Hay gente peor”.
Por qué duele: Competir invalida y desconecta.
Mejor di: “Tu dolor importa. ¿Quieres que te acompañe a dar un paseo?” - Consejos rápidos y soluciones mágicas
Ejemplos: “Haz ejercicio y verás”, “Tienes que salir más”.
Por qué duele: Simplifica una experiencia compleja y puede culpabilizar si “no funciona”.
Mejor di: “¿Prefieres compañía para una caminata corta o que te ayude con un recado?” - Interrogar o buscar detalles
Ejemplos: “¿Cómo fue exactamente?”, “¿Qué pasó al final?”.
Por qué duele: Reabre heridas y convierte el momento en morbo.
Mejor di: “Si te ayuda hablar de ello, te escucho; si no, podemos estar en silencio.”
Señales rojas: frases que casi siempre conviene evitar
Tópicos vacíos: “Ánimo”, “Todo pasa”.
Imperativos emocionales: “No pienses en eso”, “No estés triste”.
Reencuadres forzados: “Míralo por el lado positivo”.
Culpabilización velada: “Debiste…”, “Si hubieras…”.
Qué sí ayuda: alternativas concretas
Validar: “Lo que sientes tiene sentido.”
Presencia: “Puedo quedarme contigo esta tarde.”
Ayuda práctica: “Voy al súper, ¿te traigo algo?”
Disponibilidad clara: “Te escribiré el martes; si no te va, me dices.”
Nombrar al ser querido: “Me acuerdo de [nombre]. ¿Quieres compartir un recuerdo?”
Cómo cuidar el cómo (no solo el qué)
Tono y ritmo: habla despacio, sin prisa.
Escucha activa: mira, asiente, no interrumpas.
Permiso explícito: “¿Prefieres hablar o que simplemente esté contigo?”
Coherencia: cumple lo que prometes, aunque sea pequeño.
Acompañar bien es menos decir y más estar. Evitar frases que minimizan, comparan o aceleran el proceso protege a la persona en duelo. Y, sobre todo, una presencia honesta —con gestos sencillos y palabras pocas, claras y compasivas— aligera el peso y hace el camino más habitable.