Poner en palabras lo que sientes ordena el caos

Cuando te permites decir “estoy destrozado”, llorar, admitir que algo te supera, el dolor se mueve, circula.

Poner en palabras lo que sientes ordena el caos

El duelo mezcla tristeza, rabia, miedo, culpa, incredulidad… Todo a la vez. Si te lo guardas, esas emociones dan vueltas sin parar en tu cabeza.

Cuando hablas:

  • Empiezas a entender qué te pasa.
  • Dejas de sentir solo “estoy mal” y puedes concretar: “tengo miedo a seguir sin él/ella”, “me siento culpable”, “le echo muchísimo de menos”.
  • Al poner nombre a lo que sientes, lo puedes manejar mejor.

Lo que se calla pesa más. Lo que se dice empieza a colocarse.

Hablar reduce la sensación de soledad

Aunque estés rodeado de gente, el duelo puede sentirse muy solo. Compartir lo que te pasa por dentro hace una diferencia enorme:

  • Descubres que no eres el único que se siente así.
  • Te sientes escuchado y comprendido.
  • Dejas de cargar con todo tú solo.

No hace falta que los demás tengan respuestas. Muchas veces basta con que alguien te escuche sin juzgar, sin prisa y sin decirte “tienes que estar bien”.

Recordar juntos también cura

Hablar de la persona que ha fallecido —sus gestos, sus bromas, lo que te enseñó, lo que vivisteis— no reabre la herida: le da un cauce al amor.

Compartir recuerdos:

  • Honra su memoria.
  • Reconoce que esa vida dejó huella.
  • Ayuda a integrar a esa persona en tu historia de otra forma: ya no está físicamente, pero sigue teniendo un lugar en tu vida.

Los funerales y velatorios son, muchas veces, el primer espacio para esto: familia y amigos reunidos, fotos, anécdotas… hablar y llorar juntos es parte del adiós.

Expresar el dolor evita que se enquiste

Las emociones que se reprimen no desaparecen; se esconden. Y pueden acabar saliendo como:

  • Insomnio, cansancio extremo.
  • Irritabilidad, enfados constantes.
  • Ansiedad, sensación de vacío o bloqueo.

Cuando te permites decir “estoy destrozado”, llorar, admitir que algo te supera, el dolor se mueve, circula. No se trata de sufrir más, sino de sufrir de forma más sana, sin que el duelo se convierta en algo silencioso y crónico.

Llorar, pedir ayuda o decir que no puedes con todo no te hace débil: te hace humano.